Desde pequeña tenía el sueño de viajar fuera del país y recorrer, hasta que pude lograrlo.La ciudad fue Málaga, en España. La ciudad con más ambiente para un intercambio universitario gracias a sus calles, playas, bares, etc. Lo que más te hace sentir en casa, es hacer nuevos amigos con los que puedes compartir todo, siendo que los acabas de conocer. Viajas con ellos, formando lazos que perdurarán y con un nuevo hogar en sus países. Lo que aprendes en un intercambio es aceptar las culturas, nacionalidades y romper los estereotipos.
El viaje a Marruecos fue el que más me sorprendió. En época de Ramadán, el mes más importante para los musulmanes. Cabalgamos en camellos, nos vestimos como ellos, acampamos en el Sahara y corrimos por las calles de Marrakech escapando de los vendedores insistentes. Te abre la mente conocer y aceptar una cultura totalmente distinta a la tuya.